miércoles, 3 de septiembre de 2008

Es quererte

Es el final de uno mismo. Provocar dolor en la persona que más quieres lo único que hace es que ese dolor se vuelva contra uno y acabe minando a uno mismo.

Es. No es. Simplemente no es. Dejas de ser persona, acabas con tu dignidad. Sufres de su sufrimiento y sufres por culpabilidad. Tienes el dolor por condena, incluso cuando ella deja el llanto y recupera la felicidad, esas lágrimas que un día fueron derramadas acaban pesando sobre tu cabeza, se solidifican y se convierten en gotas de plomo que te aplastan sin piedad.

Te conviertes en basura. Crees no merecer continuar. Y esa es la realidad, tu vida no va más allá de la suya. Todo lo que a ella le suceda recae en ti. Si es feliz, tú lo serás, puede que más. Pero si no es feliz, si sufre, te ocurrirá lo mismo a ti. Y será aún peor.

Al igual que si esa felicidad se la has llevado tú. Entonces, como si de un espejo se tratara, esa sonrisa se marcará en ti de igual forma. Pero la culpabilidad que uno ha de cargar por haberla hecho sufrir es una pena desmesurada. Es dolor, tristeza. Es negro, oscuridad. Es la nada, vacío. 

Es quererte.

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