martes, 29 de julio de 2008

Te necesito

Y por qué se tiene que terminar en el mejor momento. 

No existe razón alguna por la cual sea justo el adelanto de un final impredecible. Impredecible por lo insólito de su comienzo, y lo absurdo de su continuación. 

¿Por qué tuviste que aparecer de repente, perturbando una paz extrema que había tranquilizado mi presente y mi devenir? ¿Por qué tuvieron tu olor y tu tacto que adueñarse de todos mis sentidos? ¿Por qué no pudiste apartar la mirada, hacerme sufrir por unos leves instantes, pero impedir que ahora necesitara de tu presencia para todo mi existir? ¿Por qué tuviste que adoptar la etiqueta de ubicuidad en mi mente? ¿Por qué tuve yo que ahogarme en las profundidades de tus ojos? ¿Por qué tuve que acostumbrarme al sonido de tu voz?

No hay respuestas racionales en estos asuntos. Solo hay consecuencias emocionales, efectos palpables, duros de eliminar, imposibles de borrar. 

No hay nada más que los recuerdos de las sensaciones inolvidables y la sensaciones que el vacío de las anteriores dejan. Es imposible continuar con lo que uno tenía antes de ti.

Y te echo de menos. Y no sé si es porque te quiero, o simplemente porque te hiciste un hueco como parte de mi vida. Aunque solo fuera por un tiempo. 

Pero creo que es la primera. No es normal echar de menos unos ojos, una voz, una sonrisa... si solo es por costumbre. 

Pero necesito que estés a mi lado para poder seguir. Ya no tengo ganas de nada. Me falta una parte de mí. Me faltas tú. Me falta tu presencia. Ya no quiero seguir si eso significa estar sin ti.

Y otra vez me repito, y me repetiré hasta la saciedad. Pero es que.. te necesito tanto.